
Transición Energética
La lucha contra el cambio climático
El Acuerdo de París, alcanzado en la XXI Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, incluyó como objetivo el compromiso de contener el incremento de la temperatura de la tierra “muy por debajo de los 2ºC” con respecto al nivel preindustrial, y esforzarse para limitarlo en 1,5ºC, así como alcanzar la neutralidad de emisiones entre 2050 y 2100.
Las partes alcanzaron un acuerdo para preparar, comunicar y mantener contribuciones nacionales en el futuro, poniendo en marcha medidas para la consecución del objetivo global planteado.
La transición energética como eje
La transición energética se define como el conjunto de cambios en los modelos de producción, distribución y consumo de energía para hacerlos más sostenibles. El objetivo es transformar un sistema energético basado en los combustibles fósiles en un sistema energético basado en las energías renovables.
En el pasado, se pensaba que en algún momento se debería iniciar una transición energética que permita dejar de tener una dependencia tan alta del petróleo ya que es un recurso no renovable, el contínuo descubrimiento de nuevas reservas y técnicas de extracción fue corriendo esa transición, pero cuestiones totalmente diferentes hicieron que ahora estemos involucrados en esa transición.
El descubrimiento de que dióxido de carbono proveniente del uso de combustibles fósiles es el principal agente del cambio climático ya que potencia el efecto invernadero de la atmósfera, hizo cambiar la motivación para pensar en la urgente necesidad de avanzar rápidamente hacia formas de generación, almacenamiento y transporte de energía que sean neutras en carbono.
Acciones a favor de la transición energética
Se identifican cuatro de descarbonización que resultan necesarios para alcanzar metas más ambiciosas al año 2050
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Cambiar a fuentes primarias de energía libres de emisiones, apuntando a una matriz eléctrica verde: Para que la sustitución de fuentes primarias tenga un efecto duradero, es necesario que a su vez la electricidad se produzca a través de fuentes renovables. Ligado a ello, el desarrollo de infraestructuras digitales y las redes inteligentes es clave como agentes habilitadores capaces de acomodar la introducción de renovables, las tecnologías distribuidas y la participación de los prosumidores en el sistema energético.
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Fomentar la eficiencia energética y electrificación de los usos finales: Existe un gran potencial de reducir emisiones desacoplando el crecimiento económico del consumo de energía. Las oportunidades para reducir la intensidad energética en la producción de bienes, el potencial de ahorro de energía en el consumo residencial y sector servicios, así como la eficientización de procesos de transformación que incrementen la energía utilizada y minimicen los desperdicios. A su vez, se espera un cambio a fuentes primarias de energía con menores emisiones a través del reemplazo del carbón y del petróleo con altos niveles de emisión por combustibles bajos en emisión, como la electricidad, los biocombustibles, y en menor medida el gas natural.
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Desarrollo de infraestructura y digitalización: La actualización de la infraestructura y la digitalización son la piedra angular para sostener la transición hacia un modelo de energía sostenible con bajas emisiones de carbono. El incremento de la demanda de electricidad debería llevar a un cambio de paradigma que permita pasar de un sistema tradicional a un sistema completamente flexible que se adapte al aumento de las energías renovables y la generación descentralizada.
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Incentivo a modelos de producción sustentables: En la industria y especialmente en la ganadería y agricultura se requiere adoptar modos de producción bajos en emisiones.